viernes, 23 de septiembre de 2011

Felipe III y Felipe IV

Felipe III
Nacido en 1578, el hijo de Felipe II y de Ana de Austria. En 1582 se le designó heredero al trono, cargo que ocupó sucediendo a su fallecido padre en 1598. Ese mismo año contrajo matrimonio con la archiduquesa Margarita, hija del archiduque Carlos y de María de Baviera, nieta del emperador Fernando I. Su afición a la caza le hizo delegar el gobierno en manos de los validos, el principal de ellos el duque de Lerma, Francisco Gómez de Sandoval. Tradicionalmente se ha asignado a este rey y su valido una imagen de indolencia y dejadez hacia los asuntos públicos; sin embargo, sí que existieron algunas iniciativas emprendidas para reformar determinados ámbitos de la administración y de búsqueda de soluciones a los problemas de la nación, los más principales de ellos el deterioro de la paz interior, dificultada por las tensiones entre los distintos reinos; la caída del peso de España en el conjunto de las naciones europeas y la crisis institucional. En 1602 se realizó una visita para evaluar y conocer las deficiencias y problemas de la administración, demostrando la existencia de una amplia y generalizada corrupción funcionarial en el seno del Consejo de Hacienda. Se supo también de la deficiente organización de las instituciones, alguna de las cuales veían sus competencias poco o mal definidas, lo que provocaba recelos y una deficiente labor administrativa. Como solución, se fijaron nuevas ordenanzas para eliminar las competencias entre los distintos organismos que formaban el Consejo de Hacienda.
Con Felipe III las Cortes debieron ser convocadas con frecuencia para atender asuntos de fiscalidad -como los servicios de millones de 1601, 1608 y 1619-, con lo que su importancia creció considerablemente, así como su poder frente a la Corona. Se encargaban también de colaborar en la elaboración y vigilancia relativa del presupuesto de la Hacienda Pública, control que la Corona trató de evitar recurriendo a su poder sobre las ciudades mediante la distribución del patronzago y a su influencia sobre procuradores y poderes locales castellanos. En consecuencia, se intensificó el dominio efectivo del trono sobre el territorio, a pesar de la pervivencia de instituciones con las que en ocasiones competía, lo que derivó en una mayor capacidad de integración y la ausencia de repuestas en forma de conflicto.
La difícl situación en Bohemia hizo que se dedicasen los esfuerzos militares hacia el Imperio, a pesar de los planes de Lerma de atacar Argel como continuación de la expulsión de los moriscos (1609).
El final del reinado sucedió en medio de graves enfrentamientos con las Cortes, acaecidos por el control ejercido por éstas en las concesiones de servicios. Felipe III falleció en 1621.
Felipe III, a caballo

Felipe IV
Hijo de Felipe III y de su esposa Margarita de Austria, nació en Valladolid en 1605. En 1621 alcanzó el trono, tras la muerte de su padre. Casó dos veces, con Isabel de Borbón en 1615 y con Mariana de Austria en 1648, de cuyos matrimonios nacieron doce hijos, sólo tres de los cuales sobrevivió (María Teresa, Margarita y Carlos II). Tuvo además un hijo fuera de sus matrimonios, don Juan José de Austria (1629), con la actriz María Calderón, alias "La Calderona", oficialmente reconocido en 1642 pero rechazado que vio rechazada por su padre en 1663 su pretensión de ser considerado infante.
Objetivo prioritario de su mandato fue restaurar el poder del trono, que había sufrido una merma considerable en el reinado anterior. Delegó su poder en el poderoso valido conde-duque de olivares (1621-1643), con el fin de realizar un ambicioso proyecto de reforma que afectaba a buena parte de las instituciones. Su primera labor se centró en la Hacienda, en la que se intentó la recuperación de rentas enajenadas, el control sobre el gasto público, el ordenamiento y estructuración del sistema impositivo, etc. En el ámbito económico, se intentó importar el modelo mercantilista holandés y se presentó el proyecto de la Unión de Armas, cuya finalidad era ordenar y canalizar los recursos provenientes de los territorios periféricos, necesarios para mantener un ejército capaz de hacer frente a los conflictos abiertos y, de paso, establecer la periodicidad y seguridad de las entregas a la Hacienda real. El proyecto de reformas se completó además con las medidas moralizantes propuestas por la Junta de Reforma, entre 1618 y 1622. En 1624 la ideología reformadora se plasmó en el Gran Memorial, cuyas grandes líneas de actuación eran la consecución de una monarquía de corte administrativo, dominada por la eficacia, y la racionalización de las acciones de gobierno, encaminadas ahora hacia el cumplimiento de objetivos y con criterios puramente ejecutivos.
Si bien el desarrollo de la guerra fue en principio exitoso (Nordlingen, 1634; Fuenterrabía, 1638), las medidas tomadas para sufragarla provocaron las revueltas de catalanes y portugueses (1640) y costaron el puesto a Olivares (1643). En su lugar, se formó un gobierno de emergencia, tutelado por Felipe IV, quien ya no volverá a dar el mismo grado de poder a ningún valido. A pesar del cambio de gobierno, los problemas continúan. La guerra prosigue y con ella la excesiva presión fiscal, que dará lugar a una nueva quiebra en 1647. Las malas cosechas, además, provocarán revueltas en Castilla (1647-52 y 1655-57) y Nápoles (1647). La guerra con Francia se había vuelto insostenible, por lo que se decide un cambio de política (paz de Munster, 1648; paz de los Pirineos, 1659). La caída de Barcelona en 1652 permitirán al rey recuperar parte del prestigio y confianza perdidos y le facultarán para intentar en los últimos años de su reinado la recuperación de Portugal (Elvas, 1658; Vila Viçosa, 1665). Falleció el 17 de septiembre de 1665, dejando tras de sí una monarquía en profunda recesión y crisis y con su autoridad fuertemente cuestionada por nobles, ciudades y regiones.

Felipe IV

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